El Ensamble Filarmónico gana premio en Viena


"martes, 12 de febrero de 2019"
Romina de la Sotta Donoso
Cultura
El Mercurio
Cuatro músicos de la Filarmónica de Santiago ganaron Medalla de Oro por su versión de un Cuarteto de cuerdas de Mendelssohn. Helmut Gaertner.

Una nueva hazaña suma a su trayectoria el Ensamble Filarmónico, que fundó en 2010 Katharina Paslawski (Polonia), violonchelo solista de la Filarmónica de Santiago.
El conjunto integrado por solistas de esa orquesta acaba de ser notificado de que recibió la Medalla de Oro de la 1 {+r} {+a} Competencia Internacional de Música de Viena, en la categoría Música de Cámara. El certamen fue convocado por la Musikverein de Viena, teatro de 1870 que es sede de la Filarmónica de Viena.
"Este premio es súper importante, un verdadero honor, que nos abre las posibilidades de extender nuestras actividades a la escena internacional de la música clásica, porque la Musikverein de Viena es una de las instituciones de música clásica más prestigiosas del mundo", comenta Paslawski.
"En la carta que nos envió el director del concurso, él nos felicita por nuestro talento y alto nivel técnico, son palabras muy motivantes. Además, esto tiene una doble importancia porque se trata de un gran centro musical de Europa que reconoce el trabajo que nosotros hacemos acá en Chile", agrega.
El Ensamble Filarmónico participó con un registro de una sola toma, es decir, sin cortes ni correcciones, del Cuarteto para cuerdas Op. 44 N° 2 de Mendelssohn.
La grabación fue hecha por el cuarteto del ensamble, es decir, por la propia Paslawski, junto con los dos concertinos de la Filarmónica, Richard Biaggini (Venezuela) y Alexander Abukovich (Rusia), más el violista Vilius Zaikin (Lituania).
El Ensamble Filarmónico se completa con la violista Evdokia Ivashova (Rusia) y la contrabajista María Teresa Molina (Chile), también del Municipal.
Dependiendo del repertorio elegido invitan a otros músicos. Sus colaboradores más frecuentes son el pianista Luis Alberto Latorre y el chelista Celso López -ambos de la Sinfónica de Chile- y la mezzosoprano Evelyn Ramírez.
Uno de los hitos de este conjunto ha sido la consolidación de su propia temporada, "Domingos Musicales", que fundaron en 2013 y que han realizado desde entonces en el Municipal de Santiago. La iniciativa ha revitalizado la escena local de la música de cámara, y este año volverá a contar con cinco conciertos, desde junio, y nuevamente con joyas del repertorio camarístico, como "Dichterliebe", de Schumann; el Trío "Archiduque", de Beethoven, y el "Cuarteto para el fin de los tiempos", de Messiaen, además de un monográfico de Enrique Soro, cuyo catálogo de cámara están rescatando en un disco.
Eso, aparte de una activa agenda de conciertos en regiones y Santiago, destacándose sus entregas en las Semanas Musicales de Frutillar, y en la temporada de la Fundación Beethoven, siempre con críticas extremadamente positivas.
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Voluntad de cámara


"lunes, 04 de junio de 2018"
Jaime Donoso
Cultura
El Mercurio

El domingo se presentó el Ensamble Filarmónico en la Sala Arrau del Teatro Municipal, con obras de Debussy, Chopin y César Franck. El concierto llevaba el rótulo "Música y poesía en París": un francés originario, un polaco y un belga, parisinos "naturalizados".
El pianista Luis Alberto Latorre abrió el concierto con una profunda versión del Preludio "La catedral sumergida" (1909), de Debussy. La obra es una atractiva mixtura de modernidad, arcaísmos medievales, reminiscencias de órgano. El preludio podría no haber tenido título, pero la decisión de Debussy de ligarlo a la antigua leyenda bretona sobre la catedral que emerge desde el fondo de las aguas y se sumerge nuevamente, acota indefectiblemente la imaginación de cualquier auditor. Latorre hizo emerger la música con su infalible instinto musical y soberbio manejo de las sonoridades y graduación dinámica.
El programa continuó con la Sonata opus 65, para chelo y piano (1846), de Chopin, compuesta tres años antes de su muerte. Hay quienes se extrañan al asociar el nombre del compositor con el violonchelo. La verdad es que Chopin compuso casi veinte canciones, obras para flauta, un trío para violín, chelo y piano, y otras obras menores para chelo, además de la Sonata, que es una obra mayor. Se sabe que el autor hizo numerosos esbozos de la obra antes de la versión definitiva, presionado tanto por la forma como por el equilibrio entre los dos instrumentos. Pero hay que decir que la Sonata es muy poco "chopiniana", incluso en el tratamiento del piano. El anhelo romántico no da tregua y contados son los pasajes donde aflora cierto melodismo recordable: el Trío del Scherzo y el emocionante y brevísimo Largo . La chelista fue Katharina Paslawski, quien derrochó técnica impecable y expresividad en una versión para recordar.
Para la ejecución del Quinteto para piano y cuerdas (1879), de César Franck, se sumaron los violinistas Richard Biaggini y Omar Cuturrufo, y la violista Evdokya Ivashova.
Juntar a muy buenos cantantes no es garantía de un buen coro. Con los instrumentistas ocurre lo mismo cuando carecen, como diría un jurista, de la affectio societatis : acuerdo de constituir una sociedad de iguales en pro de un objetivo mayor que los objetivos individuales. Esa "voluntad de cámara" quedó demostrada en la versión que los cinco excelentes instrumentistas ofrecieron de esa obra apasionada y tempestuosa que es el Quinteto. La composición exige un grado absoluto de implicancia individual y colectiva, y eso fue lo que apreciaron los auditores que llenaron el Salón Filarmónico.
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